Artículo publicado por Vicenç Navarro en la revista digital SISTEMA, 31 de mayo de 2013
Este artículo critica que haya
tan poco debate en España sobre el propuesto Tratado de Libre Comercio
entre Estados Unidos y la Unión Europea que tendrá un impacto negativo
en el bienestar de la población en España.
Es extraordinaria la poca atención que
está teniendo en España la preparación del Tratado de Libre Comercio
entre EEUU y la Unión Europea, y ello a pesar de que la aplicación de
tal tratado tendrá un impacto muy negativo en el bienestar y calidad de
vida de las clases populares de los países de la Unión Europea. En
teoría, tal tratado se presenta y defiende como todos los anteriores
Tratados de Libre Comercio, bilaterales o multinacionales, que han
existido entre EEUU y otros países: todos ellos se venden como una buena
medida comercial que incrementa la actividad económica, y con ello se
facilita la creación de empleo. Así se han presentado todos los Tratados
de Libre Comercio (TLC) entre EEUU y Australia, Brunei, Chile, Malasia,
Nueva Zelanda, Rusia, Singapur, Vietnam y México. El más conocido fue
el firmado entre México, Canadá y EEUU, que tenía que haber sido la
solución para el futuro de México.
La realidad, sin embargo, ha sido
muy diferente, y los resultados muy opuestos a los que se profetizaron.
En el TLC entre México y EEUU se destruyeron empleos en EEUU y también
en México. En EEUU porque se desplazaron puestos de trabajo hacia
México. Pero en México también se perdieron puestos de trabajo, ya que
los que se ganaron resultado de la movilidad de empresas estadounidenses
a México fueron menores que los que se destruyeron como consecuencia de
que las economías de escala de las empresas estadounidenses y su fácil
acceso al crédito destruyeron muchas empresas pequeñas que no pudieron
competir con las grandes estadounidenses. El TLC benefició a empresas
grandes muy influyentes de Washington y en la Ciudad de México. Pero
dañó a las clases populares y a la clase trabajadora de los dos países, a
los dos lados del río Grande. Tal experiencia se ha repetido en todos
los casos de TLC.
El hecho de que las únicas
beneficiarias del TLC siempre hayan sido las grandes empresas
financieras, manufactureras y de servicios, explica que éstas estén
ahora trabajando cuarenta y ocho horas al día en Bruselas y en
Washington intentando escribir el texto del TLC entre EEUU y la UE.
2.532 lobbies ya están movilizados en Bruselas. Y mientras, hay un
silencio ensordecedor en los medios sobre los preparativos de tal
tratado.
De la experiencia de otros TLC con
EEUU se puede ya predecir que las medidas tomadas favorecerán intereses
muy particulares a costa de los intereses generales. Por ejemplo, el TLC
prohibirá el monopolio de los servicios públicos, como la sanidad,
exigiendo el desmantelamiento del Servicio Nacional de Salud, eliminando
su universalidad. Y todo ello en aras a la necesaria “competitividad y
libre comercio”. Y veremos cómo las élites gobernantes en la UE (que ya
están tomando medidas en esta dirección) darán la bienvenida a estos
cambios. Hasta ahora, la excusa para hacer tales cambios (como la
privatización) era que así lo pedían Bruselas, Berlín o Frankfurt. Ahora
se añadirá Washington. Y continuarán haciendo tales cambios con
silencio, nocturnidad y alevosía, sin apenas discusión pública. Y a todo
ello tendrán la desfachatez de llamarlo democracia.
ATTAC Málaga no se identifica necesariamente con los contenidos publicados, excepto cuando son firmados por la propia organización.
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